Don Jesús Mateo Sacerdote fue el anterior párroco de la iglesia de la Virgen de San Lorenzo Patrona de Valladolid

Comentario del Evangelio Don Jesús Mateo Sacerdote Mes de Febrero del 2023

Vídeo de YouTube Presentación de Evangelio del sacerdote Jesús Mateo

4 de febrero, sábado 2023

«VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO»
(Mt 5, 13-19)

No sé a ti pero a mí me impresiona que Jesús diga que tú y yo somos la luz del mundo.

Hemos de ser lámparas que iluminen.
¡Qué diferencia hay entre un farol encendido y otro apagado! Me gustaría, se lo pido al Señor, ser siempre una luz que ilumine.
Conozco a cantidad de personas buenas, personas santas que dan testimonio de su fe y son ejemplos vivos, luces de un mundo que está a oscuras.

¡Cuánta gente buena hay en el mundo!
Estas personas, con su ejemplo, de una en una, en su casa, en el taller, en la oficina, en el trabajo, entre sus conocidos, van dejando el «bonus odor Christi», el buen olor de Cristo. Son la luz de Cristo.

5 de febrero, domingo 2023

«VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO»
(Mt 5, 13-19)

Los Apóstoles volvieron alegres y felices después de haber predicado por pueblos y
y ciudades las enseñanzas de Jesús.
Con entusiasmo le contaron todo lo que habían hecho y enseñado en su nombre.
Llegaron cansados. Al verlos así el Maestro
les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Me encanta este detalle de Jesús. El Maestro los cuida y los mima y procura que descansen, ya que les espera una gran labor.
También tú y yo tenemos una gran mision
que cumplir. Tanto a ellos como a nosotros nos dice: » Vosotros sois la luz del mundo».

No sé a ti pero a mí me impresiona que Jesús diga que tú y yo somos la luz del mundo.
Hemos de ser lámparas que iluminen.
¡Qué diferencia hay entre un farol encendido y otro apagado! Me gustaría, se lo pido al Señor, ser siempre una luz encendida que ilumine.
Conozco a cantidad de personas buenas, personas santas que dan testimonio de su fe y son ejemplos vivos, luces de un mundo que está a oscuras.

¡Cuánta gente buena hay en el mundo!
Estas personas, con su ejemplo, de una en una, en su casa, en el taller, en la oficina, en el trabajo, entre sus conocidos, van dejando el «bonus odor Christi», el buen olor de Cristo. Son la luz de Cristo.

En medio del mundo hay mucha santidad.
En la Iglesia Católica tenemos infinidad de santos que pasan desapercibidos para mucha gente, pero no para Dios.
En definitiva «son luz del mundo».
¿Lo somos tú y yo?
Que la Virgen nos ayude.
Jesús Mateo. Sacerdote.

6 de febrero, lunes 2023

«LE LLEVABAN LOS ENFERMOS EN CAMILLAS».
(Mc 6, 53-56).

Me llena de alegría el Evangelio de hoy.
En él leemos que llevaban a Jesús los enfermos en camillas. Y los colocaban en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que la tocaban quedaban curados.

¡Qué bueno es Jesús y qué poder tiene!
Además yo me lo imagino feliz hablando y curando a los enfermos. Conecta con todos, especialmente con los enfermos.
Se acerca a ellos. Los toca aunque estén
leprosos. Su personalidad es arrolladora.
Me encanta la Santísima Humanidad de Jesucristo: cercano, cariñoso, comprensivo,
con garra, atractivo; perfecto hombre.

Me llama la atención, también, la actitud de los familiares y amigos de los enfermos: los colocaban delante de Jesús. Es decir, los llevaban para que Jesús los viera y pudiera hablar con ellos.

Es una gran lección para ti y para mí.
¿A cuántos enfermos del alma hemos acercado tú y yo al Señor?
No olvides que eres discípulo, Apóstol de Jesucristo, y tienes derecho y deber de extender su reino de paz y de amor.
Para eso es necesario que seas «hombre de Dios, hombre de vida interior, hombre de oración y de sacrificio» (Camino 961).

Perdóname que te repita que nos falta vibración, empuje, garra, enamoramiento, para hablar de Jesucristo.
Nos tienen que ver enamorados, felices. Leía estos días la conversión de una joven universitaria.
¿Sabes lo que la ayudó a convertirse? La alegría y la paz de su amiga. Quería ser como ella.
Jesús Mateo. Sacerdote.

7 de febrero, martes 2023

«ESTE PUEBLO ME HONRA CON LOS LABIOS, PERO SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ» (Mc 7, 1-23).

Leyendo y meditando diariamente el Evangelio disfrutaremos del gozo de descubrir siempre algo nuevo que nos llega al alma y al corazón y como una palabra
que se dirige a ti y a mí.
Como dice Johannes Albrecht: «aplícate
al texto por entero y de lo que trata
aplícatelo todo a ti».
Por supuesto «las palabras del Señor son auténticas, como plata limpia de ganga, refinada siete veces» (Sal 12, 7).
Como dice el salmista: «, dichoso el hombre
cuyo gozo es el Señor, y medita su Ley día y noche. Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón
y no se marchitarán sus hojas». (Sal 1, 1-3).

Hecha esta introducción nos preguntamos:
¿Qué nos dice el Evangelio de hoy?
A los fariseos los llama «hipócritas» porque
le honran con los labios pero su corazón
está lejos de Dios».
Eran hipócritas, falsos, mentirosos. Tenían
un corazón duro, malo.

Hoy tú y yo le pedimos a Dios un corazón
bueno, limpio y lleno de buenas obras.
Hemos de ser cristianos coherentes, auténticos. Personas que hemos encontrado a Cristo quien ha dado a nuestra vida un nuevo horizonte, y con ello, una orientación decisiva.

Seguimos a una Persona, a Cristo. Él es la razón de nuestra vida.
Ojalá podamos decir con San Pablo: «Para mí la vida es Cristo…(Flp 1, 21) que me amó y se entregó por mí».(Gal 2, 16).
Jesús Mateo. Sacerdote.

8 de febrero, miércoles 2023

«DIJO JESÚS: ESCUCHAD Y ENTENDED TODOS».
(Mc 7, 14, 23)

Jesús nos pide que escuchemos sus palabras y su mensaje.
Y es que nos cuesta escuchar. Debemos escuchar con toda atención. Para eso es necesario el silencio interior.
Tenemos mucho ruido a nuestro alrededor.
En nuestras casas tenemos puesta la TV
a tope y a todas horas. No podemos vivir sin el móvil.

Necesitamos el silencio interior para escuchar la voz del Señor. Él pasa junto a nosotros como una suave brisa.

¿Escuchamos tú y yo la voz del Señor?
Le decimos como el niño y profeta Samuel:
«Habla, Señor, que tu hijo escucha. Habla, Señor te quiero escuchar. Habla, Señor, danos tu mensaje, habla, Señor, danos tu verdad?
¿Qué te dice y qué te pide Nuestro Señor?

¿Entiendes lo que Dios te pide?
¿Eres de los que piensas que si haces lo que el Señor te pide te va a complicar la vida y no vas a ser feliz?
¿Tienes miedo a abrir el corazón de par en par para que entre en él Jesucristo?
Con el Papa San Juan Pablo II te digo: «No tengáis miedo al Señor. Él no quita nada. Lo da todo y os hará felices».

¿Por qué tendremos miedo a darnos por entero a Dios si en Él está nuestra felicidad?

Escuchemos la voz del Señor. No endurezcamos nuestro corazón.
Le pedimos con el Rey David: «Oh Dios crea en mí un corazón puro. Renuévame por dentro con espíritu firme».
Jesús Mateo. Sacerdote.

9 de febrero, jueves 2023

«PETICIÓN DE UNA MADRE A JESÚS»
(Mc 7, 24-30)

¡Qué mujer, qué madre llena de fe, de humildad y de una cierta osadía!
No era judía. Era cananea. Esta madre en cuanto oyó hablar de Jesús
fue en su busca y cuando lo encontró
se puso a sus pies suplicándole.
No pide para ella. Pide para su hija que está poseída por un espíritu inmundo.
El diálogo es de una belleza incomparable.

(¡Cuántas madres, hoy, en este momento, estáis pidiendo a Dios por vuestros hijos.
Ya conozco a más de una madre que habéis ofrecido vuestra vida por la conversión de vuestros hijos. Y a algunas Dios las ha aceptado su ofrecimiento).

¿Cómo reacciona Jesús ante la petición de esta madre?
Aparentemente la contestación no es muy positiva. Le dijo: «Deja que primero se sacien los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.
Pero ella replicó: «Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

¡Qué maravilla de mujer y de madre!
A Jesús le llegó al corazon y le contestó: «Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Otro Evangelista, San Mateo, lo narra así:
«Jesús le respondió: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante.
Qué ejemplo no sólo para las madres sino también para ti y para mí.
¿Tenemos la fe, la humildad y la audacia de esta mujer cananea?
Jesús Mateo. Sacerdote.

«TODO LO HA HECHO BIEN: HACE OÍR A LOS SORDOS Y HABLAR A LOS MUDOS»
(Mc 7, 31-37)

Como te puedes imaginar estas palabras
se refieren a Jesucristo. Como sabes, pasó por la vida haciendo el bien.
En esta ocasión le presentan un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.

El Señor, hoy, obra de un modo distinto y llamativo. Le aparta de la gente y, a solas,
le mete los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» esto es, ábrete. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la lengua y hablaba correctamente».

Los que lo presenciaron en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien:
hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

La palabra «Effetá» la usamos en el Sacramento del Bautismo, como signo
de poder escuchar la Palabra de Dios, «creer en el Evangelio y convertirse».

Tú y yo somos como ese enfermo, sordo y mudo.
No queremos escuchar la voz de Dios que nos pide un cambio de dirección y de sentido en nuestra vida; que nos pide ir contracorriente, donde la «corriente» es el estilo de vida superficial e incoherente y nos arrastra al mal, al pecado.

Vayamos a Jesús para que nos abra los

oídos para escuchar su voz y para llevarla a la práctica.
Jesús Mateo. Sacerdote.

LA VIRGEN DE LOURDES
«HACED LO QUE ÉL OS DIGA»
(Jn 2, 1-14)

Cuenta Bernardette Soubirous la vidente de Lourdes algo que a mí personalmente
me entusiasma: «Vi a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de que me aceracara».
Dos detalles encantadores de la Virgen.
Uno de ellos es que la Virgen «sonreía».
¿Cómo sería y cómo será la sonrisa de la Virgen? ¿Te la imaginas? Santa Bernardette
comenta que se hubiera quedado toda la vida mirándola.

Un día, en el Cielo, contemplaremos la sonrisa de Nuestra Señora.
Yo, aquí en la tierra, sueño que la Virgen me «sonríe» y eso me ayuda a estar feliz.
Pienso que me sonríe cuando rezo el Santo Rosario y las tres Avemarías al acostarme
y eso me ayuda a descansar y a dormir con paz como un niño pequeño en los brazos de su madre.
Sé que me sonríe cuando intento parecerme a su Hijo a lo largo del día.
¡Qué tesoro y qué dulce es la sonrisa de
Nuestra Madre del Cielo!

El otro detalle que cuenta Bernardette es que le hacía señas de que se acercara a Ella.
Eso mismo nos dice a ti y a mí.
No tengamos miedo. A todos nos dice: acércate a mí. Soy tu madre. Te quiero cobijar bajo mi manto. Te llevo en mi corazón. Te quiero tal como eres, con tus defectos y tus pecados. No te avergüences
de ellos. Yo te ayudaré a cambiar.

Vamos a hacer el propósito de acercarnos cada día más a la Virgen con la sencillez y confianza de un niño pequeño que se abraza a su madre y se siente seguro y feliz. Estate seguro que Ella te sonreirá.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY SINO A DARLE CUMPLIMIENTO Y PLENITUD»
(Mt, 5, 17-19).

Jesucristo no ha venido para abolir la Ley de Moisés ni a cancelar los Mandamientos del Decálogo. Él no viene a derogarla sino que la lleva a su plenitud.

Nos hace ver en su vida y en su predicación
que para alcanzar el Cielo es necesario vivir y cumplir los Mandamientos. En definitiva vivir en gracia de Dios y evitar el pecado.

Hablar del pecado no está de moda. No nos gusta que nos hablen de este tema.
Hace años, en 1946, el Papa Pío XII decía:
«El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado».
Años más tarde, en 1984, San Juan Pablo II
señalaba que el hombre contemporáneo
vive «bajo la amenaza de un eclipse de conciencia, de un entorpecimiento o de una
anestesia de la conciencia».
Y en el año 2008 Benedicto XVI manifestaba: «El hombre, creado a semejanza de Dios, al abandonarlo se hunde en la «zona de la semejanza,» en un alejamiento de Dios en el que ya no lo refleja, y así se hace desemejante no sólo de Dios, sino también de sí mismo, del verdadero ser hombre».

Para recuperar el sentido de pecado es imprescindible retomar las palabras de la predicación de Jesús: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15).

Estamos viviendo tiempos difíciles; de un auténtico ateísmo práctico. Hemos perdido el sentido de pecado.
Dice el Cardenal Robert Sarat: «La caída vertiginosa del número de confesiones se inscribe dentro de la tragedia aún mayor del abandono de la fe y la desafección hacia la misa de los domingos y días de precepto»….»Hoy hay muchos cristianos que comulgan sin antes pedir perdón de sus faltas».
Tú y yo ¿estamos cayendo en estas faltas?
Que la Virgen de Lourdes nos ayude a recuperar el sentido de pecado y a
confesarnos frecuentemente.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«SIETE PANES Y UNOS PECES».
(Mc 8, 1-10)

Una de las veces que estuve en Torreciudad nos dio una meditación un sacerdote que atendía el Santuario. A todos mis feligreses les encantó la oración que nos dirigió. A mí personalmente me llegó al corazón y después de muchos años la recuerdo con cariño y agradecimiento.

Se basó en el Evangelio de hoy en el que el Señor con siete panes y unos peces dio de comer a más de cuatro mil personas.

El sacerdote se imaginaba que el que había
entregado los panes y los peces a Jesucristo había sido un joven a quien su madre le había preparado una buena comida para varios días.
Según el predicador ese joven había dado al Señor el «talego entero», todo lo que tenía.
Y nos preguntaba a los que le escuchábamos si estábamos dispuestos a dar a Dios el corazón entero.

Al salir del Santuario pregunté a una adolescente si había dado «el talego entero»
y me contestó que «a medias», que le faltaba algo por dar.
Era muy buena adolescente. ¿Qué habrá sido de ella? En estos momentos la encomiendo.

¡Vale la pena dar la vida por entero!
Cuesta, es verdad, pero sí que vale la pena.

«LOS SETENTA Y DOS DISCÍPULOS»
(Lc 10, 1-20)

La verdad es que me caen muy bien estos setenta y dos discípulos de Jesús.
No sabemos quiénes eran ni cómo se llamaban. Lo que sí sabemos es que eran discípulos del Señor y que confiaba en ellos.
Vemos que no sólo contaba con los doce Apóstoles sino que tenía muchos discípulos que le seguían.
Los mandó delante de él y les dio unas recomendaciones para que las tuvieran en cuenta y las pusieran en práctica.

¿No nos hubiera gustado a ti y a mí ser uno de ellos?
Pues yo te aseguro que tú y yo somos uno de ellos. Nos ha elegido desde el vientre materno. Nos necesita ya que la mies es mucha y la tarea por hacer es inmensa.

Aquellos setenta y dos discípulos volvieron con alegría. No se cansaban de contar al Maestro sus vivencias pastorales y cómo
hasta los demonios se les sometían en su nombre.

Para ser buenos discípulos de Jesús

hemos de ser almas de oración y de sacrificio.
Orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar.

Hay tantos motivos por los que rezar y sacrificarnos. Pienso en los que han fallecido en Turquía y en Siria. ¿Cómo
los habrá encontrado Dios Nuestro Señor?

¿Estarían bien preparados para la otra vida?
¡Qué misterio!
Me parece muy bien toda ayuda humanitaria. Todavía más importante la ayuda espiritual. De que tú y yo seamos auténticos discípulos de Cristo dependen muchas cosas grandes.
Jesús Mateo. Sacerdote

«JESÚS PREGUNTO A UN CIEGO, ¿VES ALGO?
(Mc 8, 22-26).

El Señor actúa hoy de distinta forma a otras veces. Le presentan un ciego, lo sacó de la ciudad, llevándole de la mano, le untó con saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó si veía algo. Levantando los ojos le dijo que veía hombres que le parecían
Árboles que andaban. Le puso otra vez las manos en los ojos. El hombre miró y estaba curado y veía todo con claridad.

Es decir, por dos veces le tuvo que poner las manos en los ojos. Pienso que pudo ser que aquel ciego no tenía la suficiente fe para creer que Jesús le podía curar.
De hecho aparece en el Evangelio no la fe del ciego sino la de los amigos que le llevan a Jesús y le piden que lo toque y están convencidos de que si el Señor lo toca quedará curado su amigo.

El ciego no sabemos si tiene fe o no. En ningún momento pide él personalmente que lo cure.

A mí me encantan estos amigos. Cómo
me gustaría parecerme a ellos.
Qué necesidad tiene la sociedad y la Iglesia
de gente como ellos. Estos amigos hablan al ciego con cariño y con fe de Jesús.

Y no sólo hablan, sino que lo llevan a Jesús. Si cada uno de los que leemos y meditamos el Evangelio habláramos a un amigo de Jesucristo y lo lleváramos a Él, cómo crecería el número de amigos de Jesús.

¿Por qué no nos animamos, tú y yo, llenos de fe, como estos amigos, a llevar muchos ciegos a Jesús para que les dé la vista?

Pero antes hemos de tener fe, mucha fe; amor, mucho amor.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«APÁRTATE DE MÍ, SATANÁS, PORQUE
PIENSAS COMO LOS HOMBRES»
(Mc 8, 27-33).

Son unas palabras durísimas. ¿Sabes quién las dijo y a quién se las dijo?
Son palabras de Jesucristo y no se las dijo ni a los escribas ni a los fariseos. Son palabras dirigidas a San Pedro.

El motivo fue el siguiente. El Señor empezó a instruir a los Apóstoles diciéndoles que Él
tenía que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Esto le escandalizó a San Pedro. Cogió a solas a Jesucristo y lo increpó diciéndole
que no era posible que pensara así y peor aún, que lo llevase a cabo.
La reacción del Señor fue rápida y contundente. Le dijo: «Apártate de mí Satanás. Tú piensas como los hombres, no como Dios».

¿No crees que Jesucristo, en muchas ocasiones, nos haya dicho y nos las pueda decir estas mismas palabras a ti y a mí?
Y es que el pensamiento del mundo se nos mete como ósmosis. Para el mundo lo importante es el honor, la fama, el dinero, el poder, las joyas, el vestido, el placer, el pasarlo bien en esta vida, gozar y disfrutar.
En cambio Dios Nuestro Señor nos manifestó la felicidad en el Sermón de la Montaña y en el cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios.

¿Dónde está nuestra felicidad? No la encontraremos en nada de lo que nos ofrece el mundo. Nuestra felicidad está en Dios.
Estos días he estado dando un curso de retiro a treinta señoras y he podido ver, una vez más, que la felicidad está en Cristo Nuestro Señor. Él es el que llena nuestra vida.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«¿DE QUÉ LE SIRVE A UN HOMBRE GANAR EL MUNDO ENTERO Y PERDER SU ALMA?
(Mc 8, 34-39)

Estas palabras y este Evangelio han convertido a muchas personas.

Tú y yo, que tenemos fe, hemos de
meditarlas y llevarlas a la oración con mucha frecuencia.
Dios Nuestro Señor nos ha dado esta vida
para amarle y un día alcanzar el Cielo y ser eternamente felices con Él para siempre, para toda la eternidad.

Un día nos llegará la muerte. Cada día que pasa nos aproxima a la Vida.
Rezamos en el Credo «que Dios ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos».
Da mucha alegría y mucha paz el saber que Dios Nuestro Señor es infinitamente
misericordioso. Dios siempre perdona.
Siempre está con los brazos abiertos para perdonar hasta en el último instante, como
lo hizo con el Buen Ladrón. Hemos de confiar siempre en su perdón y en su misericordia.

Pero no hemos de olvidar que también es infinitamente justo: y hay un juicio, y Él es el Juez. Será justo. Nos dará lo que merezcamos.

A la otra vida sólo nos acompañarán las buenas obras que hayamos hecho. Todo lo demás no sirve para nada.
Aunque hayas ganado el mundo entero, ¿de qué te sirve si pierdes tu alma?
Aunque tengas mucho dinero, mucho poder, mucha fama, muchos bienes, si pierdes tu alma, ¿de qué te sirve?

¿Cómo alcanzar el Cielo?
Nos lo dice el Evangelio de hoy: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a si mismo, tome su Cruz y me siga».
Jesús Mateo. Sacerdote.

» ¡QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ»!
(Mc 9, 2-13)

Estas palabras las dijo San Pedro en el Monte Tabor.
Nos dice hoy San Marcos que Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subió a un monte alto y se transfiguró
delante de ellos. Fue algo maravilloso y espectacular. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede
dejarlos ningún batanero del mundo.
Y además se les aparecieron Elías y Moisés
hablando con Jesús.
Ante este admirable espectáculo Pedro le dijo a Jesús: qué bien se está aquí. Hagamos tres tiendas una para ti, para Elías y otra para Moisés.

Me gusta la expresión de San Pedro qué
bien se está aquí. Qué bien se está con el
Señor. Con Él estamos y somos felices.

El secreto de la felicidad es Dios Nuestro Señor.
Desde que nacemos todos buscamos ser felices. Es la meta de nuestra vida.
Es algo innato en el ser humano. Y el secreto de la felicidad es y está en cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios.

San Marcos narra que salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado,
escuchadlo».

Estas palabras van dirigidas a ti y a mí
Hemos de escuchar la voz de Dios en nuestra conciencia, en la escucha de la Palabra, en el Santo Evangelio, junto al Sagrario, en unas charlas cuaresmales, en unos Ejercicios Espirituales, en la Confesión, en el silencio, visitando a los enfermos, haciendo obras de caridad, en la vida ordinaria.
¡Qué bien se está junto al Señor!
Jesús Mateo. Sacerdote.

«SED PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL ES PERFECTO»
(Mt 5, 38-48)

Por si acaso no te has enterado bien de las palabras del Evangelio de hoy te las repito:
«Ser perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto».
¿Quién ha dicho estas palabras?
El mismo Jesucristo. ¿Y a quién se las ha dicho? A ti y a mí. A todos los fieles de cualquier estado o condición de vida. A todos nos dice que tenemos que ser santos.

La santidad es unión con Dios; a mayor
intimidad con el Señor más santidad.
Todos estamos llamados a ser santos. Y no consiste en realizar gestas extraordinarias
sino en cumplir el pequeño deber de cada momento. En eso consiste la santidad, en cumplir, con amor, los deberes pequeños de cada instante.
¿Santo es el que no tiene defectos?
No. Santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta, con humildad y con lucha y esfueñ
Lo que Dios nos pide es luchar, luchar y luchar.

Además contamos con la gracia de Dios
que nunca nos va a faltar; con la oración y los Sacramentos.

Y no te olvides que siempre tenemos de nuestra parte a la Virgen. Con Ella todo es más fácil.
Cuando te falten las fuerzas, cuando te venga el desaliento y la tentación, acude a Ella y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha. De su mano llegaremos al Cielo.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«SED PERFECTOS COMO VUESTRO PADRE CELESTIAL ES PERFECTO»
(Mt 5, 38-48)

Por si acaso no te has enterado bien de las palabras del Evangelio de hoy te las repito:
«Ser perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto».
¿Quién ha dicho estas palabras?
El mismo Jesucristo. ¿Y a quién se las ha dicho? A ti y a mí. A todos los fieles de cualquier estado o condición de vida. A todos nos dice que tenemos que ser santos.

La santidad es unión con Dios; a mayor
intimidad con el Señor más santidad.
Todos estamos llamados a ser santos. Y no consiste en realizar gestas extraordinarias
sino en cumplir el pequeño deber de cada momento. En eso consiste la santidad, en cumplir, con amor, los deberes pequeños de cada instante.
¿Santo es el que no tiene defectos?
No. Santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta, con humildad y con lucha y esfueñ
Lo que Dios nos pide es luchar, luchar y luchar.

Además contamos con la gracia de Dios
que nunca nos va a faltar; con la oración y los Sacramentos.

Y no te olvides que siempre tenemos de nuestra parte a la Virgen. Con Ella todo es más fácil.
Cuando te falten las fuerzas, cuando te venga el desaliento y la tentación, acude a Ella y te encontrarás reconfortado para la nueva lucha. De su mano llegaremos al Cielo.
Jesús Mateo. Sacerdote.

Gracias a la generosidad de aquel joven pudieron comer más de cuatro mil personas.
De que tú y yo nos comportemos como Dios quiere dependen muchas cosas grandes.
Dios nos pide lo poco que tenemos: esa vida sencilla, ese trabajo bien hecho, esa enfermedad y esos dolores que tienes, si se los das a Dios, con ellos Él obrará maravillas

¿Decididos a dar el «talego entero»?
¡Ánimo! ¡Vale la pena!
Jesús Mateo. Sacerdote.

«CREO, PERO AYUDA MI FALTA DE FE»
(Mc 9, 14-28)

En este Evangelio podemos estar reflejados tú y yo en la conducta de este padre que tenía un niño poseído por un espíritu maligno que no le dejaba hablar.

Este padre no tiene la suficiente fe en Jesucristo. De hecho le dice que si algo puede, tenga compasión de ellos y les ayude.
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Al Señor le dolió la falta de fe de este padre.
Cuántas veces le habrá dolido tu falta de fe y la mía. ¿No es verdad que en muchas ocasiones hemos pedido a Dios con poca fe, con falta de fe?
Hemos de pedirle que nos aumente la fe.
Que nos dé nuevas luces para ver lo que Dios quiere de ti y de mí y pedirle al Señor con más fe, con auténtica fe.
El Señor puede hacer milagros. Depende de nuestra fe.

Le dice al padre del niño algo impresionante: «Todo es posible para el que cree».
¿Creemos tú y yo en estas palabras?
¿Creemos que Dios puede hacer milagros en nuestra vida?
¿Creemos, que con la ayuda del Señor podemos cambiar en nuestra vida interior
y superar los defectos y pecados que tenemos?

Vamos a comenzar la Cuaresma el Miércoles de Ceniza. La Iglesia nos dirá:
¡Conviértete y cree en el Evangelio!
¿Estamos dispuestos a ello, plenamente convencidos de que podemos cambiar?

Vamos a decirle al Señor las palabras de este padre: «Señor, yo creo pero aumenta mi fe».
Jesús Mateo. Sacerdote.

«QUIENQUIERA SER EL PRIMERO, QUE SEA
EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS».
(Mc 9, 30-37)
Dice San Marcos que Jesús iba instruyendo a sus discípulos.
Y esto es lo que hace la Iglesia con nosotros a lo largo del año y especialmente en el tiempo de Cuaresma que el Miércoles comenzaremos.
Debemos formarnos y formar bien nuestra conciencia. Hay mucha ignorancia religiosa. En nuestras casas deberíamos tener el Catecismo de la Iglesia Católica para leerlo con frecuencia.

Hoy el Maestro les habla de su Pasión, Muerte y Resurrección, pero no entendían lo que les decía. ¡Qué paciencia, Señor, tuviste con tus discípulos!
¿No te parece que algo parecido nos ocurre a ti y a mí? No entendemos ni el sacrificio ni la penitencia ni el ayuno que tenemos que vivir en este tiempo cuaresmal.
Señor, ten paciencia, también, con nosotros.

Una segunda lección les da en este día.
Se había dado cuenta que los Apóstoles habían ido discutiendo por el camino quién era el más importante. Los llamó y les dijo:
«Quién quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».

Tú y yo caemos en el mismo pecado que los Apóstoles. Queremos sobresalir. Deseamos ser los primeros en todo. Nos ha ña cuesta servir a los demás
Hoy le pedimos que nos ayude a ser el servidor de todos

MIERCOLES DE CENIZA
ORACIÓN. PENITENCIA. AYUNO
(Mt 6, 1-18)

Comienza la Cuaresma.
¿Qué te dice a ti la Cuaresma?
Sabes que recordamos los cuarenta días que Jesucristo pasó en el desierto rezando y ayunando.

¿Qué nos pide el Señor en este tiempo de Cuaresma? ¿Será una más en tu vida y en la mía?
Yo le pido a Dios que sea la más santa de todas las que hemos vivido. Pídele conmigo que nos dé «luces nuevas» para ver lo que Dios quiere y espera de ti y de mí.
Sí. Luces nuevas para dejar el pecado y la vida tibia y para decidirnos a ser santos y a tomarnos en serio nuestra vida de hijos de Dios.
Con luces nuevas, juzgarás bien las diferencias entre las sendas del mundo y tu vida de cristiano, hijo de Dios.
Pídele al Señor esas luces nuevas en la oración, junto al Sagrario, en la Santa Misa, en la Confesión, en la Dirección Espiritual y en la Comunión.

Dejémonos fascinar por el amor de Jesucristo. Descubramos y experimentemos el amor y la misericordia de Dios. Él está llamando a tu puerta y a la mía y no se cansa de llamar. Hemos de abrirle de par en par las puertas de nuestro corazón. Dios nos cambiará y nos salvará si le dejamos obrar en nosotros.

¿Que no es posible? Para Dios nada hay imposible. La santidad es dejarnos hacer por Dios para que Él reproduzca en nosotros otro Cristo, el mismo Cristo.
Dejemos hacer a Dios.
Pidamos a Nuestra Señora «luces nuevas» para ver lo que Dios nos pide en esta Cuaresma y para llevarlo a la práctica.
Jesús Mateo. Sacerdote

«DE QUÉ LE SIRVE A UNO GANAR EL MUNDO ENTERO SI PIERDE SU ALMA»
(Lc 9, 23-25)

Hemos nacido para ser felices.
¿Dónde encontrar la felicidad?
La experiencia nos dice que la auténtica felicidad sólo está en el Señor.
Todos conocemos a cantidad de personas que lo han tenido «todo» en esta vida y no han sido felices, es más, se han suicidado
manifestando que nada les ha hecho felices y que después de haber probado todo se sienten vacíos, infelices.

Y en cambio conocemos a personas sencillas, pobres, humildes, con grandes sufrimientos y a pesar de ello se encuentran en paz, felices.

Son personas que han conocido el amor de Dios, el amor fuerte y atractivo de Jesucristo y le han seguido fielmente hasta la muerte.

Sus vidas han sido sencillas. Aparentemente sin brillo pero han dejado detrás de sí el «aroma de Cristo'», el «buen olor de Cristo».
Han pasado por la vida haciendo el bien a manos llenas.
Han vivido en el Señor y han muerto en Él
y sus obras las han acompañado a la otra vida y han alcanzado el Cielo.

¿Alcanzaremos tú y yo el Cielo?
Para eso hemos nacido. Te repito una idea que a mí personalmente me ha ayudado y me ayuda en la actualidad, que todo lo que me preocupa de momento importa más o menos lo que importa absolutamente es que me salve.
¿De qué nos sirve todo lo demás si no salvamos el alma?
Jesús Mateo. Sacerdote.

¿POR QUÉ TUS DISCÍPULOS NO AYUNAN?
(Mt 9, 14-15)

No es verdad que los discípulos de Jesús no ayunasen. El Señor trajo un estilo nuevo
distinto a la observancia estricta de la ley que observaban los fariseos.

El mismo Jesucristo nos da ejemplo de ayuno al retirarse al desierto y ayunar durante cuarenta días.
Impresiona ver a Jesús ayunando en el desierto durante tantos días. Y el Señor es nuestro Modelo. Debemos parecernos a Él
e imitar su vida.
A Dios le agrada el ayuno y lo bendice

La Iglesia, Nuestra Madre, nos invita a la práctica del ayuno. Es un medio para apartarnos del pecado y acercarnos a Dios

Nos podemos preguntar: ¿Ayunamos tú y yo? ¿Diariamente nos mortificamos en las comidas y en la bebida?

No obstante el verdadero ayuno consiste en cumplir la voluntad de Dios «que ve en lo secreto y te recompensará» (Mt 6, 18)

Y el ayuno no sólo consiste en no comer.
Hay otras muchas cosas que podemos ofrecer a Dios: no usar tanto el móvil y la TV, aprovechar mejor el tiempo, evitar críticas y murmuraciones, hacer la vida agradable a los que nos rodean , escoger siempre en las comidas lo que menos nos gusta.
Hace años escuché a un sacerdote comentar que durante años pensó que a su madre le gustaba la cabeza del pescado. Más adelante cayó en la cuenta de que lo hacía por amor y por sacrificio para que sus hijos comiesen los mejores trozos del pescado.
¿Hemos comido tú y yo muchas veces la cabeza del pescado?
Jesús Mateo. Sacerdote.

«AL PASAR, VIO JESÚS A UN HOMBRE LLAMADO MATEO… Y LE DIJO: SÍGUEME».

Métete en el Evangelio de hoy. Imagínate que eres Mateo.
El Señor, intencionadamente pasó junto a él.
También pasa en este momento junto a ti y junto a mí. Nos mira, como a Mateo, con mucho amor. Nos busca con cariño. Espera mucho de ti y de mí en esta Cuaresma.

Mateo estaba cómodamente sentado en el mostrador de los impuestos. Llevaba una vida cómoda. Gozaba de un buen puesto y ganaba mucho dinero. Su fama era mala.
Para los judíos era un corrupto.

También tú y yo vivimos bien. Estamos sentados en una vida muelle. Vivimos nuestro cristianismo sin exigencias. Vamos tirando. No queremos complicaciones.

Jesús le dijo a Mateo: «Sígueme».
Déjalo todo: el mostrador, el negocio, los dineros, la vida cómoda, el porvenir…
Yo no sé cómo sería, Señor, tu mirada, pero tuvo que ser algo especial, cariñosa, llena de amor y de exigencia. Una mirada arrolladora, fuerte.
También a ti y a mí Jesucristo nos ha mirado con una mirada de predilección y nos lo ha pedido todo.
No nos ha elegido por ser los mejores, somos pobres pecadores. Ha tenido misericordia de nosotros y se ha fijado en ti y en mí para que le sigamos y seamos sus amigos, sus discípulos, sus apóstoles.

Mateo «se levantó» y lo siguió. En ese momento lo dejó todo y para siempre.
Perdió el negocio material y encontró el tesoro: Jesucristo.

Vamos a imitar a Mateo. Vamos a levantarnos de nuestra vida cómoda, tibia, perezosa. Dejemos «nuestro telonio».
Jesús Mateo. Sacerdote.

«LAS TENTACIONES DE JESÚS»
(Mt 4, 1-11)

El señor se retiró al desierto durante cuarenta días.
¿Qué hace Jesús durante estos cuarenta días? Orar y ayunar.
El Señor nos da un admirable ejemplo al retirarse al desierto.
Nuestra vida cristiana debe pasar por el
«desierto», es decir, por la experiencia del silencio y de la oración y de la soledad.
Ahí tendremos la oportunidad de un encuentro íntimo y personal con Dios.

El tiempo de Cuaresma es propicio para retirarnos y hacer ejercicios espirituales o días de oración, de silencio, de sacrificio y de penitencia.
También hemos de aprovechar las Conferencias Cuaresmales o Novenas
propias de nuestras cofradías penitenciales.

¿Por qué permitió el Señor ser tentado?
Nuestro Señor fue tentado porque Él así lo quiso; y lo quiso por amor a nosotros y para nuestra instrucción. Jesús al rechazar las tentaciones diabólicas quiso enseñarnos. cómo hemos de luchar y vencer en nuestras tentaciones: con la confianza en Dios y la oracion, con la gracia divina y con la fortaleza.
En el Padrenuestro nos enseña a pedir a Dios que nos ayude con su gracia para no caer a la hora de la tentación.

Sabemos que las tentaciones no son pecado. Son pecado si consentimos en ellas.
Todos tenemos tentaciones. Dios permitió que su Hijo fuera tentado, como hemos dicho.
Lo que el Señor nos pide es que luchemos por superarlas con fe y confianza.

Contamos con el auxilio de Nuestra Señora.
Ella nos ayudará para vencer toda clase de tentaciones.
Jesús Mateo. Sacerdote.

«VENID BENDITOS DE MI PADRE; HEREDAD EL REINO PREPARADO PARA VOSOTROS».
(Mt 25, 31-46)

Me comentaba esta mañana una madre de familia que la lectura y la meditación del Evangelio le daba paz; le ayudaba a reflexionar y a descansar en el Señor.

Al leer y meditar en el Evangelio de hoy pienso en la alegría que recibiremos en la otra vida, en el momento de la muerte y del Juicio, si escuchamos estas consoladoras palabras: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo».

Sí. Al atardecer de la vida seremos juzgados en el amor a Dios y al prójimo.

¿Cómo será nuestro examen, nuestro último y definitivo examen?
No hace muchos días se examinaba del MIR una buena estudiante. Salió llorando
al pensar que había fallado en alguna de las preguntas. Al día siguiente vio que había aprobado y con buena nota para escoger la especialidad que deseaba.

¿Cómo será tu examen y el mío?
¿Tenemos bien preparada la materia?
¡Qué gozada si aprobamos y escuchamos las palabras del Juez, Nuestro Dios: Ven, bendito de mi Padre a la Vida Eterna, al Cielo».

¿Qué nos pide el Señor para ir al Cielo?
Medita las palabras de Santa Teresa de Jesús: «Acá, solas estas dos cosas nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo. Es en lo que hemos de trabajar.
Guardándolas con perfección es como hacemos su voluntad».
¡Ánimo. Hay que aprobar el examen, y con buena nota! ¡Hay que alcanzar el Cielo!
Jesús Mateo. Sacerdote

«VOSOTROS ORAD ASÍ: PADRE NUESTRO»
(Mt 6, 7-15)

El Señor nos enseñó a orar y nos enseñó la mejor de todas las oraciones, el Padrenuestro.
Desde niños, hemos rezado miles de veces esta oración que tanto agrada a Dios.
Hoy la vamos a meditar y a saborear ya que es una delicia.
En la Santa Misa la rezamos diariamente.
El sacerdote nos dice: fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza nos atrevemos a decir
Padre nuestro…
La verdad es que parece una osadía el llamar a Dios Padre.
¿Es posible que Dios sea nuestro Padre?
¿Nos lo creemos de verdad, tú y yo?
Es una maravilla. Es un milagro. Además Dios está siempre a nuestro lado, junto a nosotros.
Y está como un padre amoroso. Nos quiere infinitamente más que nuestro padre y nuestra madre.
Nos ayuda. Nos inspira. Nos bendice. Nos perdona. Siempre está junto a nosotros.

Es un milagro, no lo dudes. En más de una ocasión he meditado y he predicado que este fue el «sueño» de Dios Padre. Desde toda la eternidad soñó con crear al hombre, hacerle a su imagen y semejanza, y hacerle hijo suyo.
Y soñó contigo y conmigo. Y pensó en ti y en mí desde toda la eternidad, antes de que estuviéramos en el seno materno. Y desde ese momento hasta el día de hoy nos quiere con un amor infinito; con amor de padre y de madre. Está «chiflado» por ti y por mí. No lo dudes.
¡Qué gran dicha: soy hijo de Dios!
Jesús Mateo. Sacerdote.

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